Frijol alto en hierro para enfrentar el hambre oculta en Centroamérica

Frijol alto en hierro para enfrentar el hambre oculta en Centroamérica

Al establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional se planteó la meta Hambre Cero: eliminar el hambre, mejorar la nutrición y lograr la seguridad alimentaria para el año 2030. Los esfuerzos para lograr este objetivo se basan en los avances significativos que los países han logrado en torno a esta problemática durante los últimos años. En Latinoamérica y el Caribe, por ejemplo, nueve países han disminuido por la mitad la desnutrición crónica en los últimos 15 años.

Sin embargo, una de cada nueve personas en el mundo aún no tiene suficiente comida. 34 millones de estas personas se encuentran en la región Latinoamericana, donde poblaciones rurales, mujeres y niños no reciben los micronutrientes necesarios para llevar una vida productiva saludable. Esto tiene graves consecuencias sobre el desarrollo físico y mental de las personas, y afecta negativamente el desarrollo socioeconómico a largo plazo de los países.

La paradoja del hambre oculta

Aunque menos personas en el mundo viven en pobreza extrema, hay más personas afectadas por la malnutrición. Esto se debe a la deficiencia de micronutrientes, también llamada “hambre oculta”. Este fenómeno ocurre cuando los alimentos que consumimos no proporcionan los nutrientes necesarios, lo que lleva a deficiencias de las vitaminas y minerales requeridas para el desarrollo de las personas. Las personas se están llenando el estómago, pero no necesariamente se están nutriendo adecuadamente.

Esta carencia de vitaminas y minerales afecta a dos mil millones de personas a nivel mundial y constituye un grave problema de salud pública, afectando a más de 20 millones de niños en edad preescolar y a más de 30 millones de mujeres embarazadas y en edad reproductiva. La malnutrición por falta de hierro, zinc, y vitaminas esenciales se manifiesta a través de la desnutrición crónica, el retraso en el crecimiento infantil, la anemia por falta de hierro, la obesidad, y mayor riesgo de muerte infantil y materna.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las consecuencias principales de la desnutrición crónica incluyen:

 

  • Anemia: La anemia es el trastorno nutricional más común y extendido en el mundo. Se estima que la mitad de todos los casos de anemia se deben a la deficiencia de hierro. Esto afecta el desarrollo cognitivo y motor en la infancia, así como la productividad física y mental durante toda la vida, y aumenta el riesgo de muerte materna.
  • Retraso del crecimiento: La baja ingesta de proteínas y zinc contribuyen al retraso en el crecimiento, baja altura y reducción de la capacidad de aprendizaje y productividad.
  • Deficiencia de vitamina A: La falta de vitamina A conlleva a la ceguera y debilita la capacidad del sistema inmunológico para combatir enfermedades mortales como el sarampión, la diarrea y la malaria.

La biofortificación: desarrollando cultivos básicos más nutritivos

La manera ideal para obtener los micronutrientes necesarios para una buena salud es a través de una dieta variada que incluye alimentos como verduras, frutas, hortalizas y productos animales. Sin embargo, los alimentos más nutritivos suelen ser caros o no disponibles para poblaciones vulnerables, sobre todo en países en vías de desarrollo. Millones de personas alrededor del mundo dependen de alimentos básicos que les llenan el estómago, pero no necesariamente les aportan suficientes nutrientes.

Para enfrentar esta problemática, el CIAT a través del programa HarvestPlus utiliza técnicas de fitomejoramiento convencional y biotecnología moderna, a través de un proceso llamado biofortificación, para desarrollar variedades nuevas y más nutritivas de cultivos de alimentos básicos.

 

La biofortificación es un abordaje focalizado a través del cual los alimentos básicos con alto contenido de micronutrientes esenciales llegan a comunidades rurales donde otras intervenciones nutricionales, como la suplementación dietética y el enriquecimiento de alimentos, no suelen llegar. Al basarse en los alimentos básicos que constituyen la dieta habitual de las personas, resulta particularmente sostenible. Los cultivos biofortificados pueden adaptarse a una variedad de zonas agroecológicas, mientras que los agricultores pueden conservar las semillas para replantarlas y compartirlas libremente con sus vecinos, logrando su difusión a muy bajo costo.

Estos cultivos proporcionan mayores cantidades de vitamina A, hierro y zinc, los tres micronutrientes que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado como aquellos de los que más carencia existe en las dietas a nivel mundial. Al aplicarse de la mano con estrategias como la diversificación dietética, la suplementación y la fortificación comercial, la biofortificación es un método clave y costo-efectivo para que los países puedan logar la meta de Hambre Cero para el 2030.

La efectividad de los cultivos biofortificados para reducir la deficiencia de micronutrientes se comprobó en Rwanda, donde un estudio realizado con mujeres que sufrían de deficiencia de hierro demostró que el consumo de frijol con alto contenido de hierro puede tener un impacto significativo sobre los niveles de este micronutriente en la sangre.

La biofortificación y el CODEX Alimentarius

Representantes de Brasil, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá, en conjunto con representantes de los Comités Nacionales del CODEX Alimentarius de estos países, organizaciones internacionales que trabajan en biofortificación y entidades nacionales de nutrición y agricultura, se encuentran en el proceso de establecer una definición formal del término ‘biofortificación’ para ser adoptada por la comunidad internacional.

El CODEX Alimentarius es el punto de referencia mundial para productores, procesadores y consumidores de alimentos, así como agencias gubernamentales y tratados internacionales de comercio de alimentos. En él se establecen las normas y los estándares internacionales en torno a los alimentos, sirviendo de guía para los reglamentos nacionales de los países en el tema.

El liderazgo de HarvestPlus ha contribuido hacia avances significativos en este esfuerzo colaborativo entre países, con el objetivo de facilitar la investigación, difusión e integración de los esfuerzos para desarrollar los beneficios de la biofortificación en la región.

Tras el éxito comprobado del frijol biofortificado como un mecanismo eficaz para contribuir a la solución del problema de la malnutrición, variedades de frijol con alto contenido de hierro han sido liberadas en Centroamérica para su producción y consumo por las poblaciones rurales más vulnerables.

Frijoles con alto contenido de hierro: el caso de Centroamérica

El frijol es uno de los cultivos básicos para la seguridad alimentaria y como fuente de ingresos para las familias productoras centroamericanas. Debido a la importancia de este cultivo en la dieta de la región, el desarrollo, promoción y consumo de frijol con alto contenido de hierro es clave para reducir la deficiencia de este micronutriente en poblaciones vulnerables.

“En general, la producción de frijol en Centroamérica es principalmente para consumo familiar, y los excedentes se destinan a las ventas. Esto significa que las familias productoras van a aprovechar directamente los beneficios nutricionales del frijol biofortificado”, dijo Byron Reyes, investigador de CIAT para HarvestPlus. “Esperamos que las familias productoras adopten las variedades, las siembren y las consuman para mejorar sus dietas e ingresos. Además, esperamos que difundan la semilla con otros familiares y productores de la zona”.

Con estos objetivos en mente, los esfuerzos de HarvestPlus se enfocan en el desarrollo de variedades de frijol con alto contenido de hierro producidas de manera convencional, que además son tolerantes a plagas y enfermedades y se adaptan a las condiciones de producción de cada país para lograr un alto rendimiento. Hasta la fecha, nueve variedades de frijol biofortificado con alto contenido de hierro han sido liberadas en El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, con resultados positivos en términos de producción y rendimiento. Las nuevas variedades contienen desde 36% hasta 80% más hierro que las variedades tradicionalmente cultivadas y consumidas por la población.

 

“Nosotros estamos muy agradecidos por este frijol. Cuando hubo mucha lluvia, los otros frijoles se nacieron (enmohecieron), pero éstos no, ni un grano nacido. Además, es muy sabroso y es más suave que los otros. Nos rindió para comerlo y para guardar algo de semilla para seguir aumentándolo” [sic].

Marbelis Mairena

Productora (Waslala, Nicaragua)

Es productivo y nutritivo, pero… ¿es sabroso?

Para tener el impacto esperado, el frijol biofortificado debe reunir, además de características agronómicas y nutricionales necesarias, las características culinarias y organolépticas que contribuyan a la aceptación de las nuevas variedades por productores y consumidores. En el caso particular del frijol, estos factores están estrechamente relacionados, ya que los productores de frijol también son consumidores.

Para determinar la aceptabilidad de las variedades de frijol biofortificado liberadas hasta la fecha, HarvestPlus realizó una serie de evaluaciones sensoriales en distintas comunidades rurales de Nicaragua, con el objetivo de determinar si existen diferencias significativas entre las variedades tradicionales y las variedades mejoradas de frijol según la percepción de las comunidades beneficiadas.

“La evaluación sensorial, como bien lo dice la palabra, se realiza a través de los sentidos”, explicó Patricia Carrillo, nutricionista de HarvestPlus. “Cada vez que probamos un alimento, decidimos si nos gusta con base a sus características, como sabor, olor y textura. Cuando introducimos un alimento nuevo para las comunidades, como los cultivos biofortificados, es importante realizar un análisis sensorial para determinar la calidad del alimento y si será aceptado por el consumidor”.

 

El estudio encontró diferencias significativas entre ambas variedades de frijol. No obstante, los productores y consumidores que participaron en el estudio calificaron positivamente la variedad de frijol con alto contenido de hierro. El estudio recomendó profundizar las pruebas de aceptabilidad y continuar investigando el comportamiento agronómico, sanitario y productivo de la semilla en los distintos países de Centroamérica.

“A través de las variedades biofortificadas buscamos resolver la deficiencia de micronutrientes, principalmente en poblaciones susceptibles, a la vez que respondemos a las demás necesidades que enfrentamos con el desarrollo de variedades mejoradas de cultivos, para generar variedades con las características agronómicas, culinarias, organolépticas, de almacén y de mercado deseadas”, expresó Reyes. “También cabe destacar que el mayor contenido de hierro es un beneficio intangible para los consumidores, lo que requiere una educación dirigida hacia productores y consumidores sobre estos beneficios, para desarrollar el mercado para las variedades biofortificadas. Retos hay muchos, y esperamos contribuir a solucionarlos con estas variedades”.

El trabajo de HarvestPlus es posible gracias al apoyo de los Donantes del Fondo de CGIAR. Las oportunidades de trabajo para el 2017 en adelante incluyen:

 

  • Utilizar el Manual de Campo elaborado por HarvestPlus para entrenar a organizaciones socias de cada país sobre la facilitación de evaluaciones sensoriales como parte esencial del proceso de liberación y promoción de variedades mejoradas de cultivos.
  • Profundizar las pruebas de aceptabilidad de variedades de frijol biofortificado por parte de productores y consumidores de frijol.
  • Realizar un análisis de calidad fisiológica para garantizar la viabilidad de la semilla de frijol con alto contenido de hierro, y continuar investigando el comportamiento agronómico, sanitario y productivo de la semilla en los distintos países de Centroamérica.
  • Realizar pruebas de retención de micronutrientes en productos alimenticios elaborados a base de granos biofortificados.
  • Fortalecer la difusión y la asistencia técnica para apoyar el proceso de adopción y aceptación de frijol con alto contenido de hierro en comunidades rurales de la región.