Daniela, la productora que le hace honor a su apellido: Campo

En el campo nació, creció y hoy se hace una próspera productora de tomate, ¡pero no es cualquier tomate! Es un tomate orgánico producido de manera sostenible y adaptado al templado clima de su región.
Por: Adriana Varón

En una empinada montaña, por la que Daniela solía atravesar para ir a la escuela, construyó un invernadero de 400 metros cuadrados donde guarda las esperanzas de un floreciente futuro para ella, su madre Sonia y su hermano Juan Steven.

 

Antes de las 7 de la mañana Daniela Campo ya se pasea por entre las hileras de las 800 plantas de tomate. Las limpia, riega, les hace control orgánico de insectos y enfermedades, les habla y hasta les canta música salsa, por eso de que se convertirán en… “salsa de tomate”.

400 de sus plantas ya dieron frutos y se está abriendo mercado con entidades gubernamentales, en ferias campesinas y entrega directa en Popayán, donde vende, lo dice con orgullo “un producto saludable que no le hace daño a nadie”.

La finca de Daniela en la vereda Los Cerrillos, en el Cauca, forma parte de la iniciativa global de Territorios Sostenibles Adaptados al Clima (TeSAC),  uno de los cuatro establecidos en América Latina. Los TeSAC son coordinados por el programa de investigación del CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), liderado por el CIAT.

El TeSAC Cauca lo conforman 16 veredas del noroccidente de Popayán implementado en articulación con la Fundación Ecohabitats, con el apoyo de la Asociación de Juntas de Acción Comunal (JAC) y socios locales.

Allí, los saberes tradicionales y científicos van de la mano. Ya es común ver a jóvenes y adultos reunidos con investigadores en torno a un tema que les atañe a todos: cómo hacerle frente a los impactos del clima cambiante. Es también común ver, en el marco de sus planes locales de adaptación, numerosas iniciativas para lograrlo: cosechas de agua en techos, almacenamiento en reservorios, riego por goteo según el calendario que ellos mismos han diseñado e innovaciones tecnológicas comunitarias como “la bicicleta-bomba camándula”, acondicionada con una hidrobomba mecánica que con cada pedalazo ayuda a que el agua emerja del suelo. Esto, para épocas de sequía. Para hacerle frente a las épocas de intensas lluvias también se han preparado: huertas con cubierta, producción en invernaderos, producción de abonos orgánicos para controlar plagas y enfermedades.

En estas comunidades, la siembra y consumo de fríjol con mayores nutrientes, tolerante a sequía y resistente a enfermedades se ha convertido en una opción clave a la hora de alimentarse, lo mismo que las lechugas, zanahorias, acelgas y cebollas que cultivan en sus propios patios. Y son muchas iniciativas más que Daniela también ha implementado en su finca.

Daniela se ha convertido en un ejemplo del empoderamiento de la joven mujer rural. Su experiencia implementando prácticas de agricultura sostenible adaptada al clima ha sido replicada por otras mujeres y familias que están a cientos de kilómetros de distancia: en Honduras, Guatemala y Nicaragua.

El proyecto futuro de Daniela es construir otro invernadero, ahorrar lo suficiente y dejar  “bien plantada” a su familia antes de irse a estudiar a la capital. Sueña con regresar como ingeniera ambiental para trabajar por el campo y así seguir haciéndole honor a su apellido.

CCAFS, el CIAT y la Fundación Ecohabitats se unen este 15 de octubre a la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas ONU y que busca  “reconocer la función y contribución decisivas de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”.