¡La culpa no es de la vaca!

¡La culpa no es de la vaca!

En Nicaragua se investiga oportunidad de reducir emisiones mejorando la alimentación del ganado

La ganadería es asociada frecuentemente con impactos ambientales negativos como la tala de bosques para habilitar tierras de pastoreo, degradación de suelos, perdida de la biodiversidad y la liberación de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmosfera como óxido nitroso (N2O), dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4), que hacen que la temperatura mundial aumente y conlleve a derretimiento de glaciares, escasez de agua y desaparición hasta un 30% de las especies animales, entre otros efectos (IPCC, 2007[1]).

El metano es especialmente particular, ya que es un gas de efecto invernadero (GEI) 23 veces más contaminante que el CO2, y la mayor emisión de este no proviene del suelo o cultivos (i.e., arroz) sino del proceso digestivo del ganado, conocido como fermentación entérica.

¿En qué consiste la fermentación entérica?

La fermentación entérica ocurre en uno de los cuatro estómagos de la vaca, cuando los carbohidratos presentes en las plantas (forraje) que ha consumido el animal son digeridos por la acción de la flora microbiana para obtener energía. El truco está en que la cantidad emitida de metano producto de este proceso está relacionado directamente con la calidad de la dieta, es decir: cuanto más baja sea la cantidad de proteína y más alta los carbohidratos estructurales del forraje que consume una vaca, mayor es la cantidad de metano que se emitirá como efecto residual.

Esto habitualmente sucede con los animales que pastan en potreros con forrajes de avanzada edad difíciles de digerir para el animal. Sumado a lo anterior, un contenido de fibra alto afecta el potencial consumo de forraje por el animal, al aumentar su tiempo de retención en el rumen, disminuyendo así el consumo voluntario de alimentos, lo que se convierte en una limitante para la producción de carne o leche.

En Nicaragua la ganadería bovina es un renglón importante de la economía, además de ser el principal componente de los medios de vida en municipios como Camoapa (Boaco) y Matiguás (Matagalpa), donde el 78% de las familias productoras agropecuarias derivan su sustento de ella (CENAGRO, 2011[2]). Ambas zonas están ubicadas en la Región Central de Nicaragua, y su sistema de producción pecuaria predominante es el doble propósito (carne y leche). Sin embargo, estos sistemas presentan deficiencias en la alimentación del ganado, debido a la baja disponibilidad de forraje durante la temporada seca del año y a la degradación de las áreas de pastoreo por un manejo inadecuado. Como vimos anteriormente, la deficiente nutrición del ganado aumenta indirectamente la huella ambiental de la ganadería en esos territorios.

Tras la firma del Acuerdo de París, el Gobierno Nicaragüense se comprometió a buscar e implementar estrategias para reducir las emisiones de GEI al mejorar la alimentación del ganado y la productividad pecuaria, esto se vuelve un escenario de triple ganancia para el país, sus productores y el medio ambiente.

Avances

Es por eso que, durante el año 2017, un grupo de investigadores del CIAT, en busca de contribuir a los compromisos de los países para reducir las emisiones sin comprometer la productividad, evaluaron la producción de GEI de leguminosas (árboles, hierbas perennes y arbustos) y gramíneas típicas de los dos municipios Nicaragüenses en la alimentación del ganado. Para ello, se realizaron procedimientos in vitro en los laboratorios de la sede principal del CIAT- con forrajes recolectados en estas dos regiones.

La colecta incluyó las gramíneas Brachiaria brizantha cv. Marandu, Brachiaria híbrido cv. Mulato II y la leguminosa Cratylia argentea. Los resultados obtenidos mostraron que la leguminosa evaluada proveía altos contenidos de proteína (22.6%) y bajos en fibra (57%, comparado con el 70% observado en las gramíneas).

Los anteriores parámetros inciden positivamente en la productividad animal al producir más leche o ganar más peso en menos tiempo y al expulsar menos metano a la atmosfera. Esto se corroboró al cuantificar la producción de gas, la cual fue 1,35 veces más alta con las gramíneas del género Brachiaria que C. argéntea (ver grafica).

Resultados de la evaluación de tres variedades de forrajes en cuanto su contenido protéico y nivel de emisiones de metano

Los resultados de este trabajo plantean la posibilidad real de disminuir las emisiones de metano provenientes del sector agropecuario en Nicaragua y contribuir a una reducción de la temperatura global, derivada de las emisiones de GEI al mejorar la alimentación de los bovinos. Además, es un ejemplo de agricultura sostenible adaptada al cambio climático al mejorar la productividad del sector. El trabajo conjunto del CIAT y otras entidades en Nicaragua permitirán intensificar el trabajo de investigación y lo más importante, que se adopten estas medidas en el campo, para mejorar la productividad del sector y reducir emisiones.

Este estudio se realizó en el marco del Programa de Investigación de CGIAR (CRP por sus siglas en inglés) Livestock, y su eje temático ‘Ganadería y medio ambiente‘. Estudios similares se realizan en Colombia y Costa Rica en el marco del Proyecto LivestockPlus, apoyado por el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS). Autores del blog: Isabel Molina, Johanna Mazabel, Stiven Quintero, Martin Mena y Jacobo Arango, del Programa de Forrajes Tropicales del CIAT.

 

Referencias

[1] Intergovernmental Panel on Climate Change. (2007). Climate Change 2007: Synthesis Report. (C. W. Team, R. K. Pachauri, & A. Reisinger, Edits.) Recuperado el 22 de 12 de 2017, de https://www.ipcc.ch/publications_and_data/publications_ipcc_fourth_assessm ent_report_synthesis_report.htm

[2] CENAGRO. 2013. Base de Datos. IV CENAGRO 2011.Instituto Nacional de Información de Desarrollo INIDE. Managua, Nicaragua.