La nutrición en África: tiempo para “hacer las cosas de una manera diferente”, por Mercy Lung’aho

“Como nutricionista, no puedo voltear la mirada en tanto mujeres y niños mueren de anemia y malnutrición mientras estamos de guardia”

 

 
 

#CIAThaciadelante
Visiones de la sostenibilidad alimentaria futura

Mercy Lung’aho, nutricionista

 

La nutrición en África: tiempo para “hacer las cosas de una manera diferente”

Me fascina trabajar en nutrición. Hago lo que hago porque sé cómo se siente cuando todos voltean la mirada para otro lado. Fui una bebé prematura. Anémica y con un peso de apenas 1.08 kg, los doctores me dieron 72 horas de vida. Pero aún sigo aquí; contra todas las adversidades, sobreviví y ahora quiero ser parte de la solución.

Como nutricionista, no puedo voltear la mirada en tanto mujeres y niños mueren de anemia y malnutrición mientras estamos de guardia.

En todo el mundo, la malnutrición es responsable de casi la mitad de los casos de muerte de niños menores de 5 años. Aproximadamente el 90% de estos casos se presentan en 34 países; 22 de ellos en África. Aunque la malnutrición tiene múltiples causas, creo firmemente que la raíz del problema en África es los sistemas alimentarios disfuncionales que fallan en brindar los nutrientes adecuados en las cantidades correctas para que las personas de todas las edades se desarrollen y progresen.

Esto tiene que cambiar.

Afortunadamente, la nutrición ha llegado a ser aceptada como una prioridad mundial – incluso tiene su propio Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero si vamos a cumplir el ODS3 – para lograr salud y bienestar – vamos a necesitar hacer las cosas de una manera diferente a como se han venido haciendo.

En primer lugar, necesitamos reformular radicalmente el concepto de seguridad alimentaria, y enfocarnos también en la seguridad nutricional. No basta con tener las calorías suficientes – necesitamos mejores sistemas de producción y distribución de alimentos que garanticen que todos tengamos igual acceso a alimentos seguros, diversos y densos en nutrientes, producidos con daños mínimos para nuestro medio ambiente. Sí, es un verdadero desafío.

No obstante, he visto cómo pequeños cambios en los hábitos alimentarios pueden cambiar las vidas de las personas. Por ejemplo, el consumo diario de fríjoles especialmente mejorados y alto contenido de hierro puede prevenir e incluso revertir la anemia en mujeres y niños. Esa es una respuesta rápida y efectiva ante una condición que puede arruinar vidas enteras – naciones enteras.

Esos fríjoles pasaron por un proceso de mejoramiento por más de dos décadas – fueron mejorados, adaptados a condiciones locales y preferencias de sabor, color y tamaño de semilla. Fueron liberados, puestos a disposición, cultivados exitosamente, cosechados, almacenados, preparados y consumidos. Esto requirió que los investigadores pensaran ampliamente en todo un mini-sistema alimentario – uno solo para fríjoles. Pero funcionó.

Los científicos en HarvestPlus y el Centro Internacional de la Papa (CIP) que ganaron el Premio Mundial de la Alimentación 2016 – y los equipos que facilitaron esta innovación – han demostrado que los cultivos biofortificados, y la manera como se producen y se distribuyen, pueden tener un rol crítico en enfrentar la malnutrición.

Pero para tener el mayor impacto, para combatir la malnutrición en cada frente – desde la desnutrición hasta la sobrenutrición – necesitamos entender mejor qué comen las poblaciones vulnerables y cómo. Necesitamos entender qué constituye una dieta saludable en el contexto africano; para trabajar con los sectores público y privado a fin de promover alimentos seguros, diversos y nutritivos.

Estas cosas son alcanzables – creo que vivimos en tiempos emocionantes. Nunca antes hemos estado en una posición más fuerte para combatir la malnutrición, y necesitamos trabajar con todos los sectores de la sociedad para lograrlo.

No podemos voltear la mirada.