La visita al CIAT de quienes decidieron apostarle a la paz

La visita al CIAT de quienes decidieron apostarle a la paz

Un total de 29 excombatientes en proceso de reintegración conocieron las diferentes opciones productivas que pueden desarrollar en el campo y que pueden ser asociadas con la caficultura

“¿En el CIAT venden de esas semillas?”, preguntó Claudia* cuando se encontraba, junto con sus 28 compañeros de estudio, en el campo experimental de fríjol biofortificado del CIAT. Le aterraba que las plantas de fríjol estuvieran tan verdes y frondosas, pese a los inclementes 30 grados que ese día a las 10:00 a.m. golpeaban en el extenso terreno.

Para la mayoría de los invitados el término biofortificado no les era habitual por eso las preguntas iban y venían a los investigadores que habían dispuesto una mesa con algunas de las 37.987 variedades de fríjol que se han colectado en el mundo y que son conservadas en el banco de germoplasma del CIAT. “¿37.987 variedades? Si yo solo conozco la variedad nima”, decía Juan*, refiriéndose a uno de los tipos de fríjol que se siembran en Cauca.

Las semillas que se conservan en el banco de germoplasma del Centro se usan además para investigar técnicas de mejoramiento de los cultivos y, con la ayuda de socios, se ponen en manos de los agricultores, de forma gratuita.

El objetivo de la visita al CIAT era que los estudiantes, excombatientes de varios grupos al margen de la ley que están en proceso de reintegración a la vida civil, con edades entre los 19 y los 43 años, conocieran nuevas oportunidades para generar ingresos, ahora cuando han decidido dejar las armas y buscar otros caminos de reconciliación con la sociedad. Además de las opciones de una agricultura productiva y sostenible, se les está enseñando qué es trabajar, por ejemplo, en montar semilleros o manejar viveros, para que puedan elegir su nuevo proyecto de vida.

Todos estaban estudiando desde hacía tres meses en el Parque Tecnológico del Café (Tecnicafé), ubicado en el municipio de Cajibío, Cauca, y que nació en el 2015 como una plataforma de innovación tecnológica para la agregar valor al café y su caficultura y promover la competitividad en una zona visiblemente afectada por el conflicto armado en Colombia. Para su operación, Tecnicafé cuenta con el apoyo de la Gobernación del Cauca, Supracafé, la Federación Nacional de Cafeteros, Multiscan Technologies y la Asociación de Mujeres Caficultoras del Cauca (AMUCC).

El pasado 22 de septiembre el SENA graduó a los 29 excombatientes como técnicos en procesos de certificación de calidad y procesos agroindustriales en café. En la inmersión en Tecnicafé aprendieron sobre siembra, catación y barismo. Incluso hubo un grupo de jóvenes que le sacó el máximo provecho a las clases y montarán su propio negocio. Arequipe, cocadas, yogures, barras energéticas y hasta vino están entre los productos que intentarán sacar al mercado próximamente. El nombre está en discusión todavía, pero el que más suena es Jóvenes Innovadores de Café (JIC).

Pero como la intención con los estudiantes era ampliarles el panorama que les permita explorar otras opciones productivas, en el CIAT también conocieron sobre producción de semillas, sobre las variedades de fríjol que pueden tener mejores rendimientos en ciertas zonas del país, cómo convertir la yuca en harina y darle valor agregado, cómo establecer sistemas silvopastoriles sostenibles mejorando su productividad, hasta cómo identificar oportunidades de mercado y que sus proyectos puedan convertirse en un modelo de negocio.

“Tecnicafé ofreció apoyar el programa de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y se convirtió en el primer entorno del café que hay en el país con personas desmovilizadas de diferentes grupos al margen de la ley”.

Aura Libia Espinosa

Coordinadora del proyecto.

Otro de los invitados fue Noelí, líder campesino del Cauca, que lleva muchos años trabajando con el CIAT. Con emoción les contó a los estudiantes sus experiencias implementando sistemas silvopastoriles, así como el proceso de conformar una asociación. “Empezamos con $26.000 en el bolsillo” y fueron creciendo creando fondos rotatorios que inclusive, les sirvió para la compra de tierras comunales.

 

“Esperamos haber compartido experiencias que les permita conocer todas las posibilidades que existen para poder construir un nuevo futuro. Hay muchas opciones entre las que pueden escoger para el desarrollo del campo. Esperamos que puedan cumplir sus sueños y poder apoyarlos en su formación. Todo el país debe apostarle a la construcción colectiva de la paz”.

Carolina Navarrete

Coordinadora Regional del CIAT para Suramérica y el Caribe y una de las organizadoras del evento.

Varios de los estudiantes se entusiasmaron al conocer más sobre cómo se podían reproducir las plántulas de yuca, ñame, entre otras. Pero sobresalen las palabras de Emmanuel* quien comentó tras haber visto en campo cómo se podía hacer la polinización de las plantas del fríjol… “Hoy llegué aquí y me di cuenta de que todo lo que he soñado es posible”.

Hacia las cinco de la tarde, los estudiantes salieron del CIAT dispuestos a seguir apostándole a un país diferente, desde el campo, de donde son la mayoría, y de donde muchos salieron obligados y otros por voluntad propia.

*Los nombres de los entrevistados fueron cambiados por petición de las fuentes.